Le dejaron una carta en su escritorio, escritorio en donde llevaba meses meciendo letras, cultivando flores, la leyó, la dobló, la puso en su bolsillo y solo recogió las plantas y flores que había cosechado en el transcurso de dicho tiempo.
La vida le giró 180 grados solo a partir de una carta, de unas letras, preparó su maleta y partió, salió en compañía de su perrita. Subió al autobus mas cercano, llevaba las flores en su mano, tan pronto pagó el boleto se sentó en la silla próxima a la entrada, que también era la salida, no tenía talento ni fuerzas para caminar, le temblaban las piernas y el ánimo.
Se sentó, acomodó su perrita en su falda, se miraban, y con los ojos le decía a su perra, ¨tan pronto lleguemos al otro lado, además de comprarte un huesito, nos vamos a pasear al parque mas cercano con lazo nuevo.
La perrita le mira sonriente de medio lado, y Ella le dice a su bella perra levantando su mano derecha, y regalándole un guiño, ¨I Promise¨ ... si está bien, y éso también... te dejo conseguir un amigo doggy, de esos que te ponen a bailar un lelolai, cuando los ves en el parque...
Se sonrieron ambas, con sonrisas cómplices.
La perrita le entendía tannn biennnn, que le ladró entusiasmada, meneó la colita, y de un suspiro se durmió en su falda al despegar el autobus.
Suelo pensar que se comprenden, son uña y carne.
Ella, no soltaba sus flores, miraba por la ventana, a lontananza, a lo lejos, hacia las montañas, miraba sin ver, porque mientras sus ojos miraban por la ventana, su alma se adentraba en sus pensamientos, en sus caminos y sentimientos, como acostumbra hacer.
Quedó de una sola pieza, pasajeros entraban y salían, y ella, ni se movía, sola y quieta en su sola pieza. Le ofrecían café y donas, galletitas y sandwiches, pero ella ni olisqueaba, tal parece que se le esfumó el apetito o se le quedó varado en la subida del autobus.
Estaba allí sentada, pero a la misma vez... muy lejos, pensando, evaluando, valorando el fruto, la cosecha de lo que sembró y cultivó.
El bus viajaba, las flores se marchitaban, se descomponían con la fuerza de la marcha y de algún viento que soplaba y mecía, ella sin sospecharlo lloraba, y sus aguas caían, era lo que alimentaba en algo sus flores.
Miró panoramas grises, relucientes, sonrientes, colgantes, llorosos, azules, amarillos, recordó tanto... porque quiso mucho.
En una de esas miradas se quedó impresionada con un panderetero que tocaba su instrumento así como saltando -pandereta entre piernas-, lo miró fijamente, y se quedó sonriendo de medio lado, tal parece que le hace recordar a alguien.
En el transcurso del viaje, -momento de transición- pensaba como iba a vivir sin su colega del lado, alguien con quien simpatizaba mucho, porque de alguna manera se entendían y colaboraban en los trabajos cotidianos, y entre café y café, lograron establecer una amistad muy bonita, animosidad tal, que hasta se interpretaban los pensamientos y se olían los sentimientos.
Seguía el viaje, miró sus flores, a una en particular, la sacó del ramillete, y le dijo:
¨I am forever yours... faithfully...¨
Le cortó un poquito el tallo, respiró su aroma una vez más y la colocó cerca de un botoncito, en su blusa.
Terminó el viaje, se abre la puerta de salida, la perrita emocionada sale corriendo, miró hacia atrás, al lugar en donde permanecía quien aún viaja... en algún letargo,
ladra -la perrita- como diciéndole:
¨Vamos, levántate, llegamos... hay que seguir caminando...¨
M.